Giovanna Benedetti (Panamá) - Selección poética
I
Crímenes vírgenes
¿Por qué te presentas sin ruido?
Octavio Paz
En esas horas siguientes a la danza
(cuando la marea está aún alta)
y la cáscara que envuelve los perfiles manuscritos
va tomando posesión de un macilento zumo pardo
—un ser sin ruido me persigue por todas las estancias
agregando en cada ronda adjetivos al silencio.
Y va corriendo de puntillas para no ubicar su rastro,
como un gran inquisidor
que pasa en ruta hacia otras plazas
asperjando maldiciones, basiliscos y tormentas.
Me he puesto al oído del habla
cuando su sombra me espera
(en esa zona confusa entre lo dicho y lo hecho)
donde la luz polarizada atrae la magia sin sorpresa
y la duda —y su potencia— callan entretenidas.
Aún no he dado con la fórmula de esos alfiles del tártago
que se desplazan oblicuos por los tableros del viento.
Solo una ambigua, vanidosa y sofocante luna esquiva
que cumple con su tarea de embalsamar el cuerpo.
La noche que me nutre del pan de cada día
trae consigo su propia superficie reflectora.
Pero es al sol a quien toca amanecer primero,
y cuando su luz se va adueñando
de todas las luciérnagas,
me secuestra los sentidos
divulgados al misterio.
¡Tantos ecos confusos, tantas cifras errantes,
que de largo sólo quedan asteriscos en sus letras!
Y me avergüenzo de esas liturgias
(en las que ni siquiera creo):
—el icono de la paloma que se levanta sin alas,
o el espejo que encañona a una lágrima de cera,
o la cuchillada inseparable de esa caricia asesina,
que avanza (reculando) como fotografía sin foco—
sabiendo desde siempre que no hay rendición de oficio;
que una imagen hiela o quema, pero no garantiza el alivio;
que nadie sueña al despertar, dónde se acuestan los dioses
que se requiere de algo más que de deseo, para desear,
con la esperanza fundida en una larga abreviatura.
Yo no sé,
si merecidamente, la noche me detesta
(por haber cedido a los sobornos imposibles de sus muros).
O si es la luna, en su rutina,
quien se sigue equivocando
y me acosa como a un náufrago,
que va contracorriente.
(Del poemario: Música para las fieras, 2014. Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá.)
II
Ásperas concordias
...una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta.
Alejandra Pizarnik
Me apuran los contornos
de una cruel correspondencia
que lenta y siempre torpe persigo con mis letras.
Y digo cruel, maldita sea, porque me abruma:
¡tanta luminosidad …y yo sin señas!
El ruido de la luces complica la experiencia.
Espesa los matices coloreados de las formas;
y hay un sabor que sube desde el vientre a la saliva
y se propaga aprovechando su máquina alegórica.
A la postre las sirenas emergen fatigadas
magulladas por la cólera del agua entristecida;
y se zambullen juiciosas, como delfines sin lastre,
por las ubres espirales de los cuernos de la aurora.
(Del poemario: Música para las fieras, 2014. Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá.)
III
Ático de la Nostalgia
No se entra
ni se sale fácilmente en esta pieza.
En este ático sutil que es tentación y gusto amargo.
Macerada vendimia agridulce del recuerdo
que acaso se bendice y se maldice al mismo tiempo.
El ancho y la espesura de la estancia es lo que abruma.
La manera como encaja el polvo entre sus grietas.
Esa pantalla gris que cae como una manta
por encima del mosaico que divide los paisajes
y va cuadriculando las figuras y las cosas.
El ático
es a la casa el más fiel de sus testigos.
Ferocísimo guardián de las pasiones vencidas
es el viejo candil que ya no tiene oficio
es la muñeca de trapo despaturrada y sin tripas
es la orquídea de nácar que un día perdió sus pétalos
y es ese último rectángulo de tiza en la rayuela
que hay que saltar a un pie...
antes de llegar al cielo.
El ático
penetra el corazón por las esquinas
y como una enredadera se filtra y merodea;
se va ramificando entre el polvo y la ceniza
imbricando contornos, dando aliento al olvido
fabulando nostalgias al doblez del altillo
en un lento, taciturno, murmurar de bajo ritmo
que fluye y que refluye como una triste ola.
El ático
es un mar y como mar no tiene sitios.
No tiene esquinas ni paisajes
y sus figuras son revuelos
(temblores simplemente...)
espasmos trascendidos de brillo y de tensión
que se disuelven como gotas
en la ola de marea.
Nada flota jamás en el mar de la memoria.
Nada flota tampoco en el ático de la nostalgia.
Y porque así como es arriba, así es abajo
todo lo que aquí se hunde
es ya un naufragio.
(Del poemario: Entrada abierta a la mansión cerrada, 2006. Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá.)
IVPabellón de la rosa
A rose is a rose is a rose is a rose…
Gertrude Stein
Detrás de todo resplandor está la rosa.
En una sombra fugaz, también lo está.
Moviéndose silenciosa, en la nostalgia, está la rosa,
y está en el fondo del mar y en las promesas.
Hay una rosa invisible dando la vuelta al viento
y una rosa atrevida por cada robo de un beso.
Hay una rosa desnuda, en la noche, bailando
y una nube de rosas cuando cae el aguacero.
Rosas hay que son santuarios de sombras peregrinas.
Rosas hay que abren sus párpados en lo infinito de un sueño.
Rosas ha de haber eternas bajo un balcón que espera
y no han de faltar rosas a aquellos que nos dejan.
Una rosa es ya cristal si la traen los recuerdos
pero es rosa primordial si se la pinta al lienzo.
Y es que el arte, en su mensura, es una fuerza de rosas
y no hay rosa imposible cuando se escribe un poema.
Hay rosas impasibles, tutelares, lisonjeras
(O rosas abismales, como esa de la guerra).
Hay rosas que son números, y rosas que son letras
porque la rosa es la rosa… es la rosa… es la rosa.
(Del poemario: Entrada abierta a la mansión cerrada, 2006. Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá.)
Sobre la autora
Nació en la Ciudad de Panamá, República de Panamá. Estudió Derecho y Ciencias Políticas, con especializaciones en Derecho de Autor y Derecho de la Cultura. Es miembro correspondiente de la Academia Panameña de la Lengua.
Ha obtenido en seis ocasiones, el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró (máximo galardón literario de Panamá), por su obra narrativa, poética y ensayística. Es, además, Premio Internacional de Periodismo José Martí 1992 (La Habana, Cuba).
Entre sus obras: La lluvia sobre el fuego (cuentos, 1982); El sótano dos de la cultura (ensayos, 1985); Entonces, ahora y luego (poemario, 1992); Entrada abierta a la mansión cerrada (poemario, 2006); Música para las fieras (poemario, 2016); Vértigo de malabares (cuentos, 2017); Después de los objetos (poesía reunida, 2018-19).
Ha participado en numerosos festivales y encuentros literarios: el 30º Festival Internacional de Poesía de Medellín (2020), el Festival Internacional de Poesía de Curtea d’Arges, Rumanía (2016 y 2019); el Festival Internacional de Poesía de Madrid (2018), el Festival Internacional de Poesía de Salamanca (2019), el Encuentro Hispanoamericano de Escritores en París (2017 y 2019).
Su obra poética, narrativa y ensayística, se encuentra parcialmente traducida al inglés, alemán, francés, italiano, portugués, catalán, árabe, ruso, chino y rumano.
Es también artista pictórica, escultora ceramista y diseñadora gráfica.
Reside desde hace una década en San Lorenzo de El Escorial, Madrid, España.
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