Pablo Landeo Muñoz (Perú) Poemas Selectos




I
Invocación de Felipe Huamán Poma de Ayala
        
Oh Wiracocha Señor de la urbe celeste… 
He soportado la soberbia de tus monedas y centuriones,
toda tu plebe y lo más oscuro de tus linajes...

Aparta de esta habitación las tinieblas
aleja de mí tus fieras y lagartijas     
tus serpientes y escarabajos.
¡Huérfana piedra no soy de los precipicios
para vivir despojado de mi propia sombra!

¡Sangre que das vida a los muertos!
líbrame de los recaudadores de impuestos
de las tarjetas de crédito y comerciantes en seguros de vida.

¡Óyeme Señor… aparta de mí tus aves de rapiña!
Impide que lleguen hasta la puerta de mi casa  
predicadores de Cristo el tigre y otras sabandijas.

¡Oh Wiracocha, cúmpleme estos deseos!
Y concédeme la gracia de morirme cuando yo lo disponga.    




II
Hatunrumiyuq
                              
                                     
Más allá de la medianoche las piedras lamentan su esplendor
su condición pétrea su infancia de oro.
Hatunrumiyuq continúa siendo el principio
pero esta piedra ha dejado de ser mía
han dejado de ser míos la semilla el viento las lluvias.

Hatunrumiyuq me devuelve la inocencia 
la edad infante y este alcohol que arde por dentro 
aquí en la Plaza de los Contentamientos.

Ebrias mis compañeras y yo atravesamos la plaza.
De carne y hueso 
indecente 
mundana 
en cuclillas
dejo fluir amarillos 
mi alcohol tibio 
mi cerveza irreverente. 
Algo mío queda en esta plaza 
mi orina 
mis vapores 
mi carne sacrificada entre las piedras
Atenas 
París 
Cusco 
Teotihuacán… 
La madre que me parió 
que soy su hija 
su lengua 
su palabra...

Dije que me sirvieran una lengua
una lengua dorada con todo el oro de los incas
pedí un caldo con hierbas aromáticas
una lengua cubierta de cenizas de oro
de fiesta y regias polleras 
¿Dónde está la lengua? 
Pregunto
¿Por qué huele a morriña? 
Insisto 
De acuerdo… Sírvame usted su lengua 
y quédese con sus explicaciones: 
usura, dólar, impuestos…
No vaya ser que se encuentre entre nosotros el viejo Pound, 
el c.m.
aquel de andarse con cuidado, el amante de las putas. 
Límpiese el moco y guarde sus explicaciones 
que no las escuche la ñusta de la esquina 
aquella que exige one dólar por unas fotos
fotos para recordar eternamente mis mates de coca 
mis papas amarillas con ají 
tu lengua 
un cuarto de lengua 
no obstante plena el alma de altura y picante.

Plaza de los Contentamientos 
medianoche sátiros faunos macho cabrío. 
El hombre perro ha identificado su presa 
la muchacha ebria y sus amigas
y van tras ellas el hombre el perro 
afuera las lenguas 
sedientos de carne
allá van el perro y “la carne” 
iluminados el alma de alcohol y otras urgencias.

Señor el oficio es duro pero se aprende
Y yo grito una lengua es una lengua no un cuarto de lengua
Atenas, París, Cusco Teotihuacán… 
El oficio es difícil y no siempre se goza 
como pretenden las malas lenguas. 



III
Catedral de Lima


Los gallinazos duermen plácidos 
aguardan el alba.
Después de la medianoche 
un hueso inquebrantable atraviesa la garganta
los nervios la memoria 
antes y después de la conquista.

Un gallinazo puede nutrirse de otro
roer el alma además de plumas huesos y entrañas.  

La cópula es Señor el paraíso donde la carne se desangra
cúpula donde queman mis deseos mi condición gallina.  

Gracias. 
Muchas gracias Señor por la carne concedida.
Gracias por la cópula, gracias, muchas gracias Lou...
                 

              
IV
Frida Kahlo (Tríptico)

Uno

Después de los alambrados
el paisaje es un cuerpo que se quiebra en silencio. 

Espaldas
alma y tórax
mecanismos y músculos devastados
yacen entre fábricas abandonadas
allí donde la noche 
–ese otro cuerpo que brilla sobre las heridas–
nos deja únicamente broncos rugidos que turban el aire.

Dos   

Las aves cruzan los alambrados fracturas tu cuerpo
–cruzan a medio vuelo–
y quedas atrapada 
una mancha desquiciada en la memoria.

Los perros aúllas te impacientas... imploran… 

Entre rojos alambrados 
restas 
articulaciones muertas 
aquel mediodía 
el viento 
las calles truncas. 

Un alambrado es más que un artificio para limitar espacios.

Tres

Un alambrado que desarticula un cuerpo 
una vieja estación de trenes un parque una escuela  
es más que un mecanismo para desollar a cualquiera
–a un perro, por ejemplo,
y arrancarte 
ojos 
lengua 
sombra y palabras 
al pie de la casa que guardas–. 

“Los hombres del otro lado 
–se nos dijo–
tienen también dos fémures 
tres ojos 
una boca con 32 dientes…”

Exigimos reconocernos en quienes habitan del otro lado 
en aquellos que tienen tres ojos, una boca con 32 dientes.

El horizonte muestra vías férreas calcinadas que claman lluvias
un solo de piano un epitafio 
Nocturno y gemidos de alambrado el interior de mi cuerpo.

Arrête, c’est ici l’empire de l'amour…

Sobre el Autor

A la fecha, solo ha publicado dos libros de poesía: Los hijos de Babel (2011) y Nocturnos (2015). En el contexto de la literatura quechua  publicó Wankawillka (2013), su primer libro de relatos y Aqupampa (2016), primera novela en quechua, sin traducción al español; por este libro, el Ministerio de Cultura le otorgó el Premio Nacional de Literatura, en lenguas originarias, 2018.
Trabajó como profesor de quechua en el Inalco-París (2014-2020) donde tuvo la oportunidad de descubrir París e incorporarlo en su poética. Los textos que aquí se publican forman parte de sus libros inéditos.



Comentario

La negativa a lo común, a lo normado, a lo impuesto sangra por la piedra con cada metáfora y con cada imagen explícita. No hace falta evadir las intenciones cuando se tiene valor. Landeo es más necesario que nunca. Ha encontrado el camino perdido de la soberbia y lo ha expugnado  hasta el límite de lo bello. La calle de piedra es el espíritu de todos quienes tienen conciencia de origen, pero no es un muro de lamentos, es un muro de realidades; deshechos y urgencias. No importa el amor, importa el deseo. Pablo no critica, apuñala. El ego de los bienhablados ha de sumergirse en el fango que este magnifico poeta les lanza. He dejado de lado el polvo que maquilla el idioma y he elevado un lamento al cielo para recibir en los años que me quedan, más de él. 

El Carnero




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