Santiago Vizcaíno - Poemas selectos

 


Hijos del anhelo 

 

No se puede llegar al hijo sino a través del padre, indudablemente, él es cimiente, fruto y árbol; que marchita y reverdece en este infinito día. La primavera desova edenes que la acedia destroza, los hijos del proletario devoran las migas del cielo y recorren veredas con sueños agónicos anhelando germinen en las entrañas de sus crías. La obra poética de Vizcaíno me remonta a Canción para mi hijo;

“cuando la muerte silencie mi voz,
mi canción te hablará, hijo mío,
desde lo más profundo de tu corazón.”

 

 

 

 

Canción para el hijo

[poema al borde del patetismo]

 

Para José Fernando Vizcaíno,

en la vida y en la muerte…

 

 

I

 

Ahora que te veo y eres un eco en un agua contenida,

ahora que tu rostro en construcción es la perfecta silueta

del río de la memoria por venir,

ahora que soy el culpable de tu sexo

y estoy henchido de deseo de tocarte,

también pienso y digo:

no será tu vida el dolor que me hizo naufragar en bares inmundos

mientras la noche se tragaba el sol como el vaso del vencido.

No saborearás la desdicha temprana de un padre machito acomplejado,

no sentirás la asfixia en el pozo de la pobreza,

no te golpeará nada ni nadie excepto el asombro,

no te obligarán a ser el mejor ni verás el llanto de tu casa,

porque yo penetré a tu madre y quise el soplo de tu vida.

 

 

II

 

Un día te veré dormido y tus negras pestañas tocarán mi frente.

El vientre de tu madre es por ahora un valle enorme y silencioso,

un nido sin fondo.

Aquí afuera, solo violencia,

solo millones de cerebros secos de angustia.

Qué he de darte yo sino la posibilidad de vivir al margen,

el beso hecho carne,

la clarividencia de un mundo menos que animal.

Ahora soy libre y dichoso.

Eso he de darte:

la poca virtud de amar aquello que no pude verse

y apenas nombrarse.

 

III

 

¿Qué es lo que soy, pequeño?

¿Acaso la envoltura de lava de lenguaje?

¿La pretensión del obituario?

¿El crimen de lo indecible?

Si apenas lo efímero posa sus patas sobre la mesa

y nos sentamos a comer sucias moscas,

de qué alegría hablamos,

de qué sonrisa hipócrita se ufanan las palabras.

Solo te refiero, pequeño animal meditabundo,

que la totalidad es solo huella,

pista borrosa de un secreto.

Ah, porque los secretos, amor mío,

llévatelos a la tumba,

como aquel que comprenderás

cuando aprendas a leer entre líneas.

 

 

IV

 

Crecen tus extremidades, tu corazón y el llanto de tu madre.

Crece también la concurrencia de las flores y la lluvia de tu cerebro tibio.

Todo es placer y miedo.

Los perros callejeros también tiritan de frío.

Yo me escondo bajo el manto de madera como una rata.

Esto que soy, el útero de la ternura,

acaba silenciosamente entre el grito de una pesadilla

a la que no estás invitado.

Y ya la noche se pasea, se tropieza con el abismo.

Las sombras se han acostumbrado a designar un cuerpo que no es el suyo.

 

V

 

Tu padre es una flama: silba flores encendidas.

A veces, en mitad del día,

se sienta a dormir de abulia para soñar que es un insecto.

Atrapado por la enorme tela de araña del lenguaje,

hace de ese lugar su hábitat,

pero su vida pende de un hilo.

Tu padre nació marchito,

se alimentó del agua turbia de las acequias,

se llenó, como un parásito, del hambre de la noche,

pero también supo que el día se desperdiciaba

entre las copas de los árboles,

entre la carroña de los vagabundos,

entre el césped de una idea que se pierde como un anillo,

entre la duermevela de un hijo no nacido.

Tu padre no es una flama, es un insecto.

 

 

 

 

Biografía

 

Santiago Vizcaíno Armijos (Quito, Ecuador, 1982). Su primer libro de poesía, Devastación en la tarde, recibió el Premio Nacional de Literatura en 2008 por parte del Ministerio de Cultura del Ecuador y fue publicado por Dialogos Books (EEUU) en 2015, traducido por Alexis Levitin. Asimismo, su libro de ensayo Decir el silencio, en torno a la poesía de Alejandra Pizarnik, obtuvo el segundo lugar del Premio Nacional de Literatura en 2008 por parte del Ministerio de Cultura. Recibió el Premio Pichincha de Poesía 2010 por su libro En la penumbra. En 2015 apareció su libro de poesía: Hábitat del camaleón (Quito, Ruido Blanco) y una plaquete de su poema «Canción para el hijo» (Lima, Hanan Harawi editores). Ha publicado también un libro de cuentos: Matar a mamá (Buenos Aires, La Caída, 2012, 2015), una novela: Complejo (La Caída, 2017), y el libro de ensayo «Casa Tomada». Reinvención de un mito, recogimiento de un espíritu (La Caracola, 2018). En 2018 fue ganador de la convocatoria del Sistema Nacional de Fondos Concursables del Ministerio de Cultura por su novela Taco bajo, publicada por La Caída en 2019.

 

 

Valoración Literaria

 

¿Cuándo se habla sobre el amor paterno?, siempre vislumbrado por los afectos femeninos, endurecido por los roles que se asignan al padre, ofuscado por la inercia emotiva y la dureza (necesaria para afrontar fatuas tareas en las que ocupamos los días). Referentes para la obra de Vizcaíno, podrían ser Gibran, que afirma; los hijos son del anhelo que la vida tiene de si misma, nunca de alguien, Tagore o al filósofo Fernando Savater, con su libro “Ética para Amador” ¡Que mayor heredad para un sabio hijo! Sus poemas son una forma de despedida y enseñanza. Instrucciones para decir adiós a la vida.  

 

Harlequín

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