Ramiro Cueva - Poemas selectos

 



Búsqueda interior

Por. El Navegate

El color es imprescindible. Las imágenes son surrealistas, escritura conformada por el engarce de una tristeza que se controla. La búsqueda es desde el interior, pero hablo del interior biológico: deseos sin células, ni sangre. Un día martes, en un pacillo de hospital. El poeta sabe decir con hechos, como si el sujeto lirico estuviera quieto y solo viera en calma. Las ideas se agolpan en el fondo de su retina, solo queda la acumulación de lo vivido, desde allí el escritor toma sentimientos, anécdotas; todo el arsenal para componer, recomponer sus versos.        



Martes

 

Hoy las nubes vistas desde abajo

son una totalidad blanca,

fantasmas encerrados en una prisión de aire

que hace poco fueron sueños

pesadillas con forma ósea

deseos sin células ni sangre,

aquí abajo hay una sombra blanca

corriendo por las esquinas de los órganos

por el descuido de los sentidos,

y tiritar

por un sendero de miradas y sonrisas

con peces disecados por las paredes

con algo de tristeza embarrada en el piso

buscando al psiquiatra

buscando al dios de la ansiedad.

 

Una duda instalada en las fosas de los poros

corre como una brisa amarga

mojando miedos

aleteando en los ojos.

 

Martes, eres un pasillo de hospital.

 

 


Eres lo que no eres

 

Ese color negro de tu iris

esa oscuridad de agua que llevas

con una redondez

de minutos y espacio

está oculta en los bordes de mi sangre,

en aquellas retinas veo el nacimiento del mundo

puedo ver

la muerte del tiempo y quedarme

vibrando con el color de la nada.

 

Ese color negro

que me hunde en los sueños

es un espejo humano dónde me reflejo,

es ahí de dónde nacen palabras

es ahí

donde la cordura engendra

ideas angostas

tristeza dura y de metal.

 

Ese color negro de tus pupilas

me envuelve en llamas

distantes y lejanas

pero en el paladar un sabor a brisa

y a sueño.

 

 


Virus pequeño

 

Las paredes son tan cercanas

que su color se queda fijo en el movimiento de las manos

en el eco que dejan los dedos en medio de la tarde,

un suspiro rasgado a la mitad de la silla

a la mitad del corredor donde danzan las mariposas

con aquellos rayos del sol

que hurgan los espacios ocultos de las macetas.

 

A la mitad de todo estamos

como topos en la superficie donde nada suena

donde el olor de las ollas nos mantiene despiertos,

y el pasar de los números del calendario

es una balada de sangre en el interior de los ojos

en la raíz de los latidos que ahora sí sentimos.

 

Estamos a la espera del peso de los minutos

en medio de la forma en que los segundos se quedan temblando en el iris de los ojos

cuando todo el ambiente es una mentira a gotas,

y los muertos sobre el pavimento

y los muertos sobre las aceras

esperan tierra o fuego para terminar de morir.

 

 


Lunes VIII

 

Hay marcas de frío en las paredes

marcas del alba de la madrugada

con su paso húmedo y gaseoso por las aceras,

transitamos con la mirada fija en el concreto

respirando el aire gaseoso que traspasa al reloj

a las ventanas

a ese aroma a pan recién horneado,

en los bolsillos no hay otra materia más que los dedos

también envolturas de lo que eran dulces

pequeños papeles que fueron volantes

y el vacío frío de la duda.

 

Las marcas de frío aún están en las aceras

como pequeños espejos de agua

empozados en cada paso,

y aun así la incertidumbre es una corriente invisible

que carcome el vacío de las emociones

el vacío de las palabras que aún no salen de los labios

en una canción personal de gemidos y deseos.

 

Hay marcas de frío en las aceras

sobre los párpados cargados del hollín

que dejan los autobuses del medio día.

 

 

 

Biografía

 

Ramiro Cueva nace en Loja, capital de la provincia de Loja un 21 de junio de 1982; cursa los estudios primarios en una escuela ubicada en la parte céntrica de la ciudad. A los 7 años migra desde aquella ciudad hasta otra llamada Santo Domingo de los Tsáchilas; es aquí donde culmina los estudios de primaria.

Ingresa a estudiar la secundaria, termina el bachillerato en el colegio Jaime Roldós Aguilera, tecnología en sistemas en la universidad UNIANDES, desde esa etapa de colegio comienza a escribir pequeños poemas y a leer a grandes autores de la literatura y poesía. Desde la etapa de culminación del bachillerato hasta la universidad no escribe y se dedica a la lectura acaparando la mayoría de conocimientos esenciales que son un respaldo para una visión literaria en el futuro.

Comienza a publicar sus textos en las redes sociales en el año 2006, y desde el año 2013 inicia una carrera personal en cuanto a la generación de recitales poéticos nacionales e internacionales dentro de Santo Domino, lanza su primer libro titulado “Amores del tercer mundo” y está por culminar su segundo libro llamado “Los días”; aparece en dos antologías en España en el grupo literario POSÍA POST-VARNGUARDISTA (2016 y 2017), antología de poetas latinoamericanos publicada en Estocolmo traducida al idioma sueco UN POEMA DE AMOR (2018), antología en España, Islas Canarias FRAGUA DE PRECES (2019)  En colectivo se está gestando un libro de antología poética con representantes de poesía de la ciudad de Los Bancos llamada “La luz insomne”.

Ramiro Cueva aborda entre sus temas rasgos de cotidianeidad no vistos de manera detenida sino más bien vividos como una ajetreada realidad, el tema de la muerte es un importante punto así mismo como las ilusiones que hay para con el ser humano y el mundo natural. También escribe prosa, cuentos pequeños y ensayos.

 


Valoración literaria

 

El firmamento nos observa. Ramiro y yo del mismo lado; abajo. De pronto miro a un costado y me encuentro con la tinta del universo irradiando colores desde un cuerpo vivo. Estamos ausentes de nuestra conciencia, pero hoy di un paso más. Cueva, y las negras pupilas que tanto exalta, me convencieron sin esfuerzo a disfrutar de los objetos ignorados; el alba, la brisa, la acera… Ramiro no hace una apología del dolor o a la enfermedad, sino que los respeta. Cuando existe respeto, la adulación es innecesaria.  El cielo nos observa mientras las sombras invaden mi dormitorio. Encenderé las velas y pensaré un momento en las frías paredes de su poema “lunes VIII”, al fin de cuentas, eso hace un gran escritor; permanecer a tu lado cuando las palabras han terminado.

 

El Carnero

  


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