Cristian López Talavera - Poemas Selectos
Una letra, un golpe
Por. El Navegante
El garrotazo en el ojo, en la piel; al igual que hace unos años atrás, cada letra equivale a un golpe; las antiguas máquinas de escribir, una palanca de metal aprisiona la cinta entintada contra el papel, para dejar la huella de la letra. Pero Cristian da otra vuelta de tuerca: no existe enemigo, solo un vacio donde los hombres reaparecen desintegrándose los cuerpos. El autor parece que nos dice; el combate cuerpo a cuerpo es una manera también de escribir. La piel se queda al igual que la página en blanco con huellas, (heridas, moretones) un rastro para ser leído.
De: Muay Thai (inédito)
KRAHO SOK
Golpear: reaparecer en
el ojo del otro
Distancia: limpiar el
camino del adversario
Preparar el puñal para
someter al cuerpo vencido. Escuchar el sonido de huesos despellejarse en su
propio fantasma
El golpe oprime el
sueño contra la piedra
Un tajo: el pasado
habita el fardo, mientras el cielo cruje en el cráneo del enemigo
Un sonido que se
estremece en las olas del pecado. El mar es el pecado, el retorno a la madre es
danzar el labio de la opresión.
Un golpe no es
destruir es beber la fuerza del otro. El otro que comulga en mi carne.
Los cuerpos sobre un
tatami son uno. No existe enemigo, solo un vacío donde los hombres reaparecen
desintegrando los cuerpos
Distancia: desclavar
el golpe del cuerpo destruido
Evocando los gritos de
la lágrima comprimida en furia
Preparar la máscara,
Acechar. Ser un
hermoso monstruo en el miedo del adversario.
GUANTES DE BOX
Dentro de mi cabeza
danzan dioses abatidos por la piedra del silencio
Un cuerpo que va
detrás de ti
Una música que tiene
la ira de la ola desobediente
Que somete a la verdad
Que en sus manos
envejecen hombres sedientos de carne
Que debajo de su carne
habita un animal/
Un cuerpo
que devora palabras… que rompe los colores del arcoíris
Un paraíso en donde
los cuerpos debaten las mañanas conquistadas
Cuerpos que se
retuercen sobre las furias encadenadas/
Hecatombes de una
ciudad decapitada en el ojo del minotauro
La sangre regurgita en
la llaga del cielo
Enjaula la belleza en
el dolor
En la
cicatriz de la bestia
En la música vencida:
En sus adentros hay una mano que se
eleva al cielo
Y corta el sonido de la lluvia.
Esta mano que acaricia torpemente el
dolor
Tatúa palabras necias en el ojo del
adversario.
Esta mano que sumerge el sueño del
asesino en las fauces de la bestia.
Hay una música vencida
en las manos del criminal:
Esta mano que cubierta por el sudor de
los dioses
Incendia la mediocridad del sueño en el
vencido
Esta mano que cubierta por los muñones
de suicidios cotidianos
Abre la herida del espejo en donde un
hombre arrodilla su fortaleza
Esta mano que evita la caída del malo
sobre las hiedes de la infancia.
Hay una música en la
desnudez de los cuerpos.
De: Casa de Soledad (2010)
TU PARTIDA
a jorge
mis sueños son como un
espejo donde
se reflejan todos los
hombres,
desde ahí arriba,
donde las gaviotas
amanecen llorando
te miro desnudo,
convertido en ausencia
aletargando tu huida
el tiempo enumera
islas
lastimando los riscos
que cubren tu alma
y la ceniza que
envuelve el barro de tu cuerpo
penetra en los
pinceles de la agonía
cuál es el mensaje que
guardas en las madrugadas
cuál el cabello que
peinas en el filo del agua moribunda
mi sueño se marchita en
este silencio olvidado
mientras tus piernas
se esparcen
en las manos de la
tierra fecunda,
a la que llegaremos
desgarrándonos las uñas.
el tiempo es mudo,
apareció una noche de
lluvia
y se asiló en el
mordaz desorden de un eucalipto
tú que eras fuerte
como la tierra que
andas pisando,
tanteando con tu sexo
apaciguado
tú
fuerte
y una amapola de
lágrima
cubrió tu puerta de
madera,
DESCUIDO:
no viste el reloj que
cuelga de la pared,
perdiste el control
remoto
de la fruta descalza
y de un manotazo
EL TIEMPO
siniestro
traspasó las líneas de
tu mano.
indeciso te abocaste a
una cama,
con un péndulo en tu
mano derecha
y la luna prendida de
tu rostro,
ESTÁTICO,
solo el aire acompañaba tu
lucha
de generaciones
tu rostro, piedra de
madera
empujó tu vuelo
empañando de gritos
agónicos
la ventisca de mi
aurora;
desde ese instante
la eternidad rumió a
su costado junto a las ratas
en el estanque de la
memoria.
mi voz te devoró en el
barranco del asombro.
la luz tenue desfiló
lentamente en tu espalda
desmoronándose en la
desolada tormenta cósmica
que produjo tu
partida:
LLANTO
LLANTO
LLANTO
y tu abrazo se sujetó
de la madeja de selenios
que rasgan la palabra,
NO HUBO SANGRE,
solo heridas somnolientas
que enmudecieron al
decaer la única luz que se avista
a lo lejos, en la ira
de hombres extraviados.
¿en qué te convertiste
en ángel flotando en la muralla
oscura del ojo
cadavérico
en el muladar donde se
posó el estiércol de dios?
TU PARTIDA II
a maura
tus cicatrices
abuela,
de lejos parecen un
ocaso atado al fruto envejecido
de cerca, una mano que
abraza mis heridas,
te inventaron hembra y
de bruces contra el
hambre fuiste ángel
las altas hojas
decayeron
al terrible grito que
dimos,
tu vuelo nos mermó de
raíces
y secundados a la
sombra
imprecamos tu nombre,
tus piernas,
tus labios
es posible que estés
acurrucada
debajo de mi axila
porque siento un
respirar constante
en mi exilio,
todos los días:
en el desayuno, en la
ventana de mi cuarto,
en la fotografía que
acompañas a mi madre,
en la fallecida
soledad que duerme conmigo
escucho secarse tus
latidos
en la irrepetible
burbuja
que revienta en cada
despertar.
estas muertes que nos
exprimen silenciosamente
hieren la vista y
sonsos quedamos atados
a una soga
(seguimos el tránsito de Yocasta:
martillarnos el cuello del alma)
nuestros brazos se
pierden anonadándose
en el vello púbico, en
la vigilia de los no hay,
de los que no existen,
sangres evacúan un río
rebosante de desperdicios,
de recuerdos que
dormitan en un desierto de gorriones
en este diluvio de
impaciencia
nos abandonamos a las
cicatrices que sacude
el nevado, que habita
cerca de nuestra casa
donde de niños nos
entrevistábamos
con
el futuro.
¿dónde quedó ese algo
de esperanza
ABUELA?
Biografía
CRISTIAN LÓPEZ TALAVERA (Quito,
Ecuador, 1985).
Poeta,
narrador, editor y docente secundario. Con estudios en Literatura y
Comunicación Social (Universidad Central del Ecuador) y una Maestría en
Políticas de Comunicación (Instituto de Altos Estudios Nacionales). En el
periodo 2008-2010, participó en los talleres literarios de la Casa de la
Cultura. En poesía ha publicado: Casa de Soledad (Quito, 2010); Diálogo con el
Ausente (Manta, 2014); Bajo las alas hay un hombre (Premio Nacional de Poesía
Paralelo Cero, Quito, 2015). Dirige la editorial independiente Jaguar.
Valoración literaria
La soledad de un tipo que pelea
es ineludible, pues en la destrucción del otro ocurre la concepción. López
Talavera es igual de poeta que guerrero. La sensibilidad en ambos es
extraordinaria y conjugan en un mismo hombre.
No he podido dejar de leer estos
poemas, que, en honor a la verdad, superan por mucho lo que entendemos como
poesía. Cristian es el espíritu elevado que mora tras la lengua roja del deseo
por gritar “cuatro verdades”, bien dichas, a un mundo colmado de cobardes.
Y la esfera se quiebra, y por
una hendija puedo atisbar con ternura que el hombre ama, y por lo mismo sufre,
aunque este amor es el más puro; a la familia.
Me propuse leerlo. Saqué de la
“red” los audios y más de diez poemas que ahora mismo yacen inertes sobre mi
buró a la espera del valor que a mí me falta y a él le sobra. Ya me había
pasado antes, pero con Nicanor Parra, Oscar Han y Onetti.
El Carnero.
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