Yanier H. Palao - Poemas selectos
Hombres de madera oxidada
Una pradera de elementos ocres
rutila en el vacío como una explosión de sinceridades urgentes. Lo necesario es
lo que nunca se tiene. Lo necesario es la aceptación de lo monstruoso, sea
objeto o sujeto. Lo necesario es siempre un suspiro para el cielo desde la terraza
del astillero. Mujeres y hombres de metal oxidado, mujeres y hombres bajo el
adusto peso del destino.
MANÍAS
Me como las uñas
y hasta la piel que se desprende con ellas.
Paso mis manos por
superficies rugosas,
muros, paredes, portarretratos,
filos de navajas y
cuchillos.
Cuando beso
pido pocos de saliva
-me gusta guardar algo del otro-.
Paso por grandes aglomeraciones,
-que me rocen-.
Miro fijo en las luces de los automóviles
cuando se aproximan.
Quemó neumáticos, cables blindados.
Miro a través de paredes de vidrio.
Hundo mis dedos en la arena.
Escupo mi imagen en el espejo.
Me acuesto sobre hierros húmedos.
Pongo mis oídos en las venas de un de algún cuerpo,
Siento la vida correr;
mis nervios se estremecen.
En mi boca hay sabores a Óxido;
metales encontrados.
Me gustaría amordazar las nuevas.
Guardo suturas de antiguas heridas.
Camino solo al lado de paredes altas.
Olfateo ropa interior usada
sin saber quién es el dueño.
Enciendo y apagó lámparas;
veo el instante de la luz
cuando invade los objetos
y yo agonizo y Muero,
frente a las cosas como están.
EXISTO
Existo como el musgo
impregnado sobre las piedras,
como los caballos que me trasladan casi a diario;
existo en silencio
porque no sé si hay otra fórmula;
otra manera de morir.
Existo y prefiero la tierra caliente entre mis pies,
el dulzor manchoso de los marañones,
el agua recogida en cazuelas
agua de guano,
agua que parece café,
agua sucia con aspecto de alimento.
HAGO CLIC
Las cámara me aprisiona.
El viaje desde el engaño hasta la verdad
puede ser quedarnos quieto uno junto al otro
tomados de la mano
encima de unos hierros húmedos
que nos calaba la quietud.
Mis labios besan el borde de un vaso.
!Qué rara democracia tienen los vasos de las cafeterías!
Aquí le sirvieron café al mendigo más sucio.
Lo sé por la marca de su boca.
Boca llena de zanjas
pequeñas heridas por donde se resume la sangre.
Vi a mi madre lavar
los paños manchados desde su interior;
palanganas de agua color siena,
agua Formosa entre los dedos de mi madre.
Paños de un amarillento puestos al sol,
aquel que nunca los blanqueará.
Cientos de hormigas avanzan por mis piernas.
Me iré al mar,
me iré por ahí,
me iré a buscar
o a morir el poema.
LO VERDADERO
Para Iván Grizzli
Allí estaba lo verdadero, lo contundente, el deslumbramiento
de estos trozos de vidas definidos, tendidos a lo largo de los objetos.
Una puerta se abre balanceándose hacia delante, hacia atrás,
dejando pasar la luz opaca de los cristales.
Luz de silencio, luz que muere -o peor, que hace morir el
instante de las sonrisas. Corto pedazo de pan.
Pienso, cuántos se han cortado con este cuchillo.
Pienso en las disecciones, en las necropsias.
Pienso, todo es uno; todo.
Pero allí estaba lo verdadero. Un hombre llorando por la
partida. Un muchacho alto sube al ómnibus y, desde el asiento que da a las
ventanillas pone sus manos encima del cristal oscuro. Aquellas manos
humedecieron la superficie, dejando marcada la silueta que el aire borraba.
Todo se entrelaza y busca cauce por donde viaja lo observado,
lo que se registra y queda así, de esa forma expuesto.
Pero allí estaba lo verdadero, claramente dibujado por gotas
de sudor. La forma de la mano, determinada por momentos en Galiano y Ánimas, la
avenida del puerto, cuando definamos el litoral recogiendo piedrecitas, pomos
para guardar poquitos de sueños.
Sueños que vienen del éxtasis que provoca mirar la paz que
emana de los ojos del mendigo, el profundo olor que desprenden los gatos al ser
aplastados en la calle.
Frente a mí, ese color sepia, tierra tostada, por entre los
nylon que guardan los huesos. Esos eran los tío que no conocí. Huesos en nylon
transparentes de abono.
De nuevo alzó el brazo despidiéndome -no como el hombre que
llora por la partida. Era otro el adiós. Las manos de mi madre hedecíeron el
cristal del féretro en el que llevaban a la abuela, eran otras manos, pero eran
las mismas, cientos de manos saludándose por última vez.
Sigo cortando
Biografía
Yanier H. Palao (Cuba, 1981)
Ha publicado los cuadernos de poesía: Sombras del solo, Ediciones Holguín, 2005; Peces en bolsas de nylon, Ediciones Ávila, 2009, Premio “Poesía de Primavera” de la A.H.S en Ciego de Ávila, 2008; Música de fondo, Ediciones La Luz, 2010; A la intemperie, Ediciones Holguín, 2011, “Premio de la Ciudad”, Holguín, 2010, y “Premio Puerta de Papel”, del Instituto Cubano del Libro, 2013; Vaciados, Ediciones Aldabón, 2011, “Premio Cauce”, UNEAC Pinar del Río, 2010; Esteros, Editorial Abril, 2013, “Premio Calendario” en Poesía, 2012. Recibió la beca de creación literaria que otorga el proyecto “Torre de Letras”, que dirige la escritora Reina María Rodríguez, 2016. En el 2018 publicó Óxido por Letras Cubanas. Es director de arte de la Editorial PlumAndina. Sus manos han envejecido prematuramente por la antigua que realizaba (restaurador). Sus manos han acariciado más la piedra de cantería, el yeso, las paredes de adobe, la pintura mural, la rejas de hierro, que la piel humana. Le interesa lo escondido, lo enterrado, recoger fragmentos, desechos, con ellos construye artesanías que después vende. Le hubiera gustado ser arqueólogo.
Valoración Literaria
De nuevo me puse feliz a la vez
que triste. La mitad de mi mano derecha punzaba la caja de cigarros mientras
que la mitad de la mano izquierda pasaba la página virtual con los poemas de H.
Palao. La brisa de una tarde cualquiera de cuarentena transportó a la isla más
bonita del mundo, donde todos los días son cuarentena. Aprecié, al vaivén de
mis temores y defectos, los temores y los defectos de estos poemas que ahora
son la almohada de mis pesadas lágrimas. Los temores y los defectos son parte
de la otra mitad de mis manos cuando fumo o cambio la página, pero aquello,
aunque parezca antiguo, recién lo acabo de descubrir. Ha belleza en la
depauperación, está claro, pero, ¿cuál es el punto medio entre la aceptación y
la incuria? No lo sé, sin embargo, todo indica que Yanier sí, y por lo mismo
vale toda la pena del mundo leer estas letras las veces que sea necesario.
El Carnero.
Disfruto de lleno la escritura de Yanier, es de un gusto tan versátil, es como leer el diario del alma, hace de sus letras una crónica poética, gracias La Hora de Los Azules, por publicarlo.Maravilloso.
ResponderEliminarPoemas como la vida misma: hermosos y tremendos, evocativos y desgarrados, son como un beso a un cuchillo afilado, en medio de una semi oscuridad de extraños olores. Eres un gran poeta de hoy, de esta época, de este duro momento de la histoiri
ResponderEliminarNo conocía la poesía de Yanier H. Palao, así que plenamente agradecido por esta selección de textos. En los poemas hay fuerza y hay dolor, son los efectos secundarios de la búsqueda existencial que cobija la piel cuarteada del artesano. Hay también un diálogo abierto con el lenguaje en la intensidad de las imágenes y en el deseo de conseguir una expresión singular, no previsible. Poesía que abre camino, que buscaremos en cualquier recodo. Las palabras siguen..
ResponderEliminarLeer a Yanier es...sentir!!!
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